Noticia de Idealdigital@.es 14/10/2012 sobre la Peña de los Gitanos
La última frontera de Al-Andalus
Se trata de un paraje arqueológico
abandonado a su suerte a pesar de ser BIC, con dólmenes, poblados
visigodos y varias necrópolis
13.10.12 - 22:29 -
Una formación geológica de grandes tajos de roca caliza,
llanos aterrazados y abrigos naturales, son la línea divisoria entre las
mesetas del centro de la península, las sierras de Córdoba y Jaén, con
el gran valle de la vega de Granada y el macizo de Sierra Nevada. Son
las Peñas de los Gitanos, en el municipio de Montefrío, un espacio
natural cargado de historia que sirvió de frontera desde el neolítico
hasta el final de la dinastía nazarí, y que desde hace 6.000 años se
utiliza como refugio para el ganado y fuente de riqueza vegetal. Un
territorio que se extiende a lo largo de seis kilómetros y en el que se
encuentran enterramientos prehistóricos con dólmenes bien conservados,
varias necrópolis de la Edad del Bronce y del Cobre , y poblados
romano-visigodos, con restos de ocupaciones de todas las épocas, desde
el neolítico hasta ahora, ya que tras la Guerra Civil fue ocupada por
grupos de familias de etnia gitana que vivieron allí de forma
permanente.
A pesar de su riqueza histórica, ambiental y etnográfica,
todo el conjunto, que hace unos años fue propuesto como Monumento
Natural, sin conseguir la nominación, se encuentra en un lamentable
estado de abandono, sin que la Junta de Andalucía, la responsable de la
conservación de espacios arqueológicos, haya hecho intervención alguna, a
pesar de ser Bien de Interés Cultural desde 1996.
Al margen de la situación de degradación patrimonial que
padece, se trata de uno de los parajes de mayor interés paisajístico de
la provincia de Granada y un ecosistema en el que aún pueden observarse
bosquetes de encinas y quejigos, matorral mediterráneo, zonas de dehesa,
cuevas y roquedos. Un territorio que merece ser recorrido con atención.
Junto a Montefrío
Se encuentra a cinco kilómetros de distancia de la
localidad de Montefrío, junto a la carretera que enlaza esta población
con Íllora. La mejor forma de acceder desde Granada es a través de la
carretera de Córdoba hasta Puerto Lope, desde donde se gira a la
izquierda en dirección a Montefrío. A pocos kilómetros se encuentra la
zona de las peñas.
Hay dos formas de conocer este paraje. La más utilizada
es la visita a los dólmenes, una zona que se encuentra en el interior de
una finca privada y que posee programas de visitas guiadas a precios
asequibles, que hay que concertar con antelación, y otra zona, que
accede al interior del territorio y a las peñas, que aunque en gran
parte es de propiedad privada, es de libre acceso, además de ser la que
permite contemplar necrópolis, poblados y espacios naturales. Esta
segunda opción parte de un carril que se encuentra en la carretera hacia
Montefrío una vez pasadas las peñas (la referencia es que hay una
parada de autobús en su confluencia). Este carril puede hacerse en
coche, aunque es preferible iniciar el camino a pie desde ese mismo
punto, ya que a poco menos de 200 metros, se encuentra la necrópolis del
Castellón, un conjunto de alrededor de un centenar de tumbas de
procedencia altomedieval y visigoda, con dataciones que van desde el
siglo VII al X. Esta necrópolis se encuentra vallada con una alambrada y
en buen estado de conservación. Da una idea de lo que se puede
encontrar en un recorrido por las peñas.
Un poco más adelante, junto un gran cortijo, parte una
vereda a la derecha que, entre piedras y cuevas, lleva hasta los restos
del poblado del Castellón, del que solo quedan las bases y muretes de
piedra sobre las que se construían, con barro, y elementos vegetales,
las casas de sus pobladores. «Este es un lugar especial, donde todo el
que viene se queda extrañado de la proximidad que hay entre unas casas y
otras, pero era así como construían sus aldeas», dice Rafaela Arco
Gracia, que hace la función de guarda y guía de estos parajes, y que
junto a Juana Cano y Rosendo Muñoz, muestran un camino serpenteante
entre rocas y abrigos naturales. Conocen la historia y lo que ha
ocurrido en las peñas desde hace años, y saben del abandono al que ha
sido sometido. «Estaría bien que la gente conociese lo que hay aquí, y
sobre todo que supieran valorarlo. El pueblo tiene una gran riqueza
histórica y natural que podía ser un aliciente más, porque Montefrío es
ya un sitio que merece la pena visitar, pero si le añades las peñas, aún
mejor», comentan.
Cerro del Castillejo
Las peñas tienen dos grandes formaciones, la del
Castellón, en la que se encuentran el poblado visigodo y las necrópolis y
otra, separa por una garganta, que forma el cerro del Castillejo, donde
hay más poblados, restos de la Edad del Bronce, y formaciones
geológicas espectaculares.
El carril desde el cortijo del Castellón, sigue hacia las
paredes de las peñas, continua bajo ellas, en dirección hacia la
carretera que se ve a lo lejos. El camino discurre bajo los tajos, que
se sitúan a la izquierda, hasta ascender a una pequeña llanura
aterrazada que tiene una bifurcación. Los dos son válidos, se pueden
recorrer de forma circular para empezar por uno y volver por el otro.
A la izquierda, la llanura acaba en un espectacular circo
rocoso, con paredes pobladas de encinas y matorral, y una gran alberca.
Era el lugar elegido por un empresario del sector de la hostelería que,
en los años sesenta, quiso construir un gran parador de turismo, que
después se iba a incluir en la red de Paradores Nacionales, pero el
proyecto nunca llegó a iniciarse. Solo se construyó el aljibe. Junto a
esa construcción, perfectamente camuflada con su entorno, la vegetación
se hace la dueña del paisaje, con gran cantidad de especies, entre las
que se encuentran plantas escasas y difíciles de ver, como las hierbas
piojeras (Delphinium staphisagria), cargadas de florecillas de un azul
intenso.
La biodiversidad se hace patente, el refugio de las rocas
y la gran cantidad de vegetación favorece la presencia de
invertebrados, muchas especies de mariposas, reptiles, aves y mamíferos.
Es territorio de rapaces, de bandos de golondrinas y aviones roqueros,
de pinzones, bisbitas, tarabillas, currucas y palomas bravías. Es
también hábitat de zorros, de los que aseguran que cada vez hay más,
ginetas, ratones de campo, gato montés, tejones, garduñas y comadrejas.
Los buitres sobrevuelan las peñas porque encuentran restos de ganado y
cadáveres de pequeños animales.
Al fondo de ese circo entre tajos, una vereda estrecha y
recóndita, entre troncos y ramas de quejigos, con suelo de pedregal,
discurre entre grandes formaciones rocosas hasta un punto que conectaría
con el camino que lleva hacia la plataforma más baja.
En la primera bifurcación, el camino de la derecha lleva
hacia un interesante complejo arqueológico, llamado de los Castillejos,
con elementos romanos y de la Edad del Cobre, y el lugar donde se
encuentran las mejores vistas de las peñas de Montefrío. En este
recorrido se encuentran los restos de una muralla romana, en los que se
observan hendiduras entre piedra y piedra, que servían para verter plomo
fundido y que, al enfriarse, se convertían en sólidas grapas de unión
entre los bloques pétreos. Un poco más arriba de la muralla, hay otra
necrópolis, en este caso de la edad del Cobre, además de una excavación
arqueológica, que profundiza en la tierra, y que está protegida por una
caseta techada y cerrada.
Desde el cerro de los Castillejos se aprecia, bajo las
peñas, el lugar donde se encuentra un campo de dólmenes, que forman
parte de la visita que hay que concentrar de forma previa y no está
abierta a todos los públicos.
Las Peñas de los Gitanos eran el paso natural desde el
que se entraba en la Vega de Granada y en los últimos años de la
presencia árabe en Al-Andalus fue la última frontera de los nazaríes,
que llegaron a hacerse fuertes en las peñas y en la localidad de
Montefrío hasta que claudicaron frente a las tropas cristianas.
Llama la atención que en el inicio del complejo de los
Castillejos aún se encuentra el cartel de recinto arqueológico que
colocó la Junta de Andalucía cuando la consejería de Cultura llevaba
unida la de Medio Ambiente, hace tres décadas. Después de las
excavaciones de realizadas por la UGR, no se ha hecho nada, ni siquiera
se ha cambiado el cartel.
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